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¿DÓNDE ESTÁ MI JUSTICIA?

​Tu relación con Dios determinará cuán personales son para Él las injusticias que sufres. 

Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos;  

has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. — Salmo 23:5 (LBLA)  

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Samuel E. Seo, Th. M.  |  18 de noviembre 2020

Estos días se habla mucho sobre la justicia. Las discusiones en las redes sociales, las noticias de la televisión y las conversaciones entre tus amigos están llenas de temas relacionados con la falta de justicia o injusticia. Los temas incluyen la corrupción política, el racismo, la desigualdad económica, la brutalidad policial, el prejuicio social, la pobreza y mucho más. Pero la injusticia que se siente más que cualquier otra es aquella que se comete en contra nuestra de manera personal. Tal vez te han robado tu salario, insultado por tu pobreza, perseguido por ser cristiano, prejuzgado por tu estatus social, difamado por algo que no era cierto o rechazado de un trabajo injustamente. En momentos así, surge la pregunta dentro de cada uno de nosotros: ¿Dónde está mi justicia? 

La justicia de David 

En el Salmo 23:5, David nos ilustra una escena de una fiesta donde Dios es el Anfitrión de la mesa. Imagina la fiesta. Debe ser una fiesta muy exquisita, porque es una fiesta de Dios. Es una fiesta en donde Dios el Anfitrión está con una majestad, prestigio, belleza y gloria excesivamente impresionante. Todos los presentes desean Su atención y favor. De repente, el Anfitrión de la mesa los sorprende a todos. Ignorando a los demás, camina hacia David con una expresión que comunica amistad. Mientras camina, llama a Sus sirvientes para que preparen inmediatamente la mejor mesa para él. Durante todo esto, un grupo de personas que son muy familiares para David está observando la situación. Son personas que han pecado contra él, quienes lo consideraban como el enemigo, aquellos que le causaron mucho daño injustamente. Al ver la reacción de Dios con David, sus expresiones se llenan de profunda envidia, celos, frustración, vergüenza y remordimiento. Pero, sobre todo, están llenos de profundo temor, porque si Dios es buen amigo de David, están terriblemente arruinados para siempre.  

La imagen que está pintando David es una imagen de la venganza de Dios. Dios no es demasiado amable o ingenuo para ejecutar la venganza. Dios dice: “Mía es la venganza” (Deuteronomio 32:35). Pero lo más importante de esta ilustración de David es que la justicia satisfactoria de Dios implicaba su relación con Él. En otras palabras, no vemos a Dios acercándose a los opresores de David y diciendo: “¡Muy malos! ¡No deberían oprimir!”. No. Más bien, al reconocer y abrazar a David, Dios les comunica indirectamente a sus enemigos lo siguiente: “Ustedes… ¿hicieron daño a mi amado David? ¡Lo pagarán!”.  

La relación con Dios a través de Jesús 

La profundidad de tu relación con Dios determinará cuán personales son para Él las injusticias que sufres y con cuánta seriedad Dios las satisfará. Lucas 18:7-8 dice: “¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. No obstante, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?”. La justicia que buscas en tu vida dependerá de tu relación personal con Dios. Pero, al igual que la pregunta que hizo Jesús al final del versículo 8, ¿encuentra Jesús fe en ti? ¿Cómo es tu relación con Dios? Si no tienes una relación con Dios, Él te tratará como un opresor, como los enemigos de David. ¿Por qué? Porque todos nosotros hemos pecado contra otros. Todos hemos oprimido y herido a alguien más por lo menos una vez en nuestra vida. Si no has confesado tus pecados a Dios a través del sacrificio que Jesús hizo por ti en la cruz, permanecerás con la multitud de los opresores contra quien Dios dirá: “¡Pagarás!”. Sin Jesucristo, será la ira para siempre. Con Jesucristo, será la misericordia para siempre.  

Entonces, “¿dónde está tu justicia?”. Tu justicia está en tu relación personal con Dios. Si tienes a Dios, Él mirará a tus enemigos y dirá: “¡Pagarás por las heridas que causaste a mi amado hijo!”. “¡Pagarás por las lágrimas que causaste a mi amada hija!”, y en Su tiempo perfecto, actuará con la justicia perfecta. Porque, como dice el Salmo 11:7, “Pues el Señor es justo; Él ama la justicia; los rectos contemplarán su rostro”. Amén. 

Copyright © 2020 por Samuel E. Seo. 

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas han sido tomadas de la versión LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA), Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.lbla.com.

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