EL INFINITO PODER Y CONFIABILIDAD DEL PADRE
Para los que lo buscan, Dios, quien es supremamente y eternamente digno de nuestra confianza, es una fuente de infinito poder.
38 Les dijo: «Mi alma está destrozada de tanta tristeza, hasta el punto de la muerte. Quédense aquí y velen conmigo». 39 Él se adelantó un poco más y se inclinó rostro en tierra mientras oraba: «¡Padre mío! Si es posible, que pase de mí esta copa de sufrimiento. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía» [...]
43 Cuando regresó de nuevo adonde estaban ellos, los encontró dormidos porque no podían mantener los ojos abiertos. 44 Así que se fue a orar por tercera vez y repitió lo mismo. 45 Luego se acercó a sus discípulos y les dijo: «¡Adelante, duerman y descansen! Pero miren, ha llegado la hora y el Hijo del Hombre es traicionado y entregado en manos de pecadores. 46 Levántense, vamos. ¡Miren, el que me traiciona ya está aquí!». — Mateo 26:38-39, 43-46 (NTV)
Jong Hyuk Park, M. D. | 29 de marzo 2022
Frágil y exhausta…
Recuerdo muy bien algo increíble que ocurrió. La niña, se veía tan joven y exhausta, no solamente por lo que había pasado ese día sino también por todo lo que había vivido los últimos nueve meses, que me era difícil imaginar de dónde sacaría fuerzas para cuidar de un bebé. Sin embargo, al instante que oyó el primer llanto de su bebé, lo miró y dijo: “Ay mi bebé…”. Me sorprendió, porque en ese momento vi en sus ojos cómo en un instante parecía otra persona. Era asombroso ver, que, en ese instante, en medio de todo el dolor y de todo el cansancio por el que había pasado los últimos meses, al ver la hermosura de su bebé, se había olvidado de ella misma, de todos sus problemas y preocupaciones. Ya no parecía como la niña frágil y exhausta que había visto antes sino como una persona con asombrosas y nuevas fuerzas.
A diferencia de cómo esta niña reaccionó ante los nuevos desafíos, como cristianos solemos responder muy pobremente cuando estamos fatigados y cuando nos enfrentamos a numerosos desafíos, dificultades y persecuciones.
En este pasaje, por ejemplo, vemos que los discípulos no pudieron mantenerse despiertos y orando en uno de los momentos más difíciles para nuestro Señor Jesucristo. Lucas nos dice que estaban “exhaustos por la tristeza” (22:45). Durante los pasados días y ese mismo día, los discípulos habían escuchado a Jesucristo hablar sobre cómo sería traicionado (Mat. 26:23) y asesinado (v. 24). Habían estado cada vez más desanimados al ver que se acercaba el momento en que perderían al Maestro que habían seguido durante ya varios años.
Para aquellos que lo buscan: Dios, fuente de infinito poder
Pero ¿qué hizo el Señor Jesús que fue tan diferente a lo que hicieron los discípulos dormidos? Es asombroso ver que, a pesar de lo que estaba pasando en ese momento, Jesús buscó tener un encuentro con el Padre. Jesús sabía que la copa del sufrimiento, descrita como una copa del terror y llena de la furia de Dios por el profeta Isaías (Is. 51:17), implicaba que tendría que derramar sangre, cargar con las debilidades de la Iglesia (Is. 53:4), ser aplastado por los pecados de Su iglesia y abandonado por el Padre en la cruz. Era tan devastadora, tan grande Su carga que logramos ver un breve vistazo de la increíble fragilidad del Hijo de Dios hecho carne, mientras le decía a Sus discípulos “siéntense aquí mientras voy más allá a orar…” para que se mantuvieran cerca. Tan devastadora era Su agonía al contemplar lo que iba a suceder que no lograba ni levantar Su rostro al Padre mientras oraba.
Consecuentemente, es asombroso ver el contraste entre Jesús y los discípulos al final de esta escena. Antes de que Judas llegara, mientras que vemos a los discípulos acostados y durmiendo, increíblemente vemos a Jesús muy diferente a como estaba antes. Ahora estaba parado, mientras le decía a Sus discípulos: “Levántense, vamos…”. Jesucristo había tenido Su encuentro con el Padre, había ganado nuevas fuerzas de la fuente de infinito poder y ahora era como si fuese invencible. Es algo muy similar a lo que Habacuc, en tiempos de mucha dificultad, dijo después de que vio el brillante esplendor del poder y la belleza de Dios: “¡El SEÑOR Soberano es mi fuerza! Él me da pie firme como al venado, capaz de pisar sobre las alturas” (Hab. 3:19).
Dios Padre: supremamente y eternamente digno de confianza
Adicionalmente, como podemos ver, la vida cristiana está llena de sufrimientos y adversidades, especialmente para los que obedecen fielmente al Señor. Entre más fieles al Señor, mayores serán las dificultades. 2 Timoteo 3:12 dice: “…todo el que quiera vivir una vida de sumisión a Dios en Cristo Jesús sufrirá persecución”. Isaías también habló de la voluntad del Padre, al hablar de lo que tendría que pasar el Mesías: “Formaba parte del buen plan del Señor aplastarlo y causarle dolor” (53:10). En otras palabras, el Padre quería que Su Hijo, Jesucristo, pasara por la terrible agonía que estaba sufriendo para salvar a Su Iglesia. El sufrimiento de Jesucristo aumentaría cada vez más después de esta noche hasta culminar en el oscuro momento de la cruz, cuando Jesús gritaría con fuerza (Mat. 27:46): Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos cuando gimo por ayuda? (Sal. 22:1).
Sin embargo y, aun así, es increíble y verdaderamente asombroso ver aquí que Jesucristo le dice al Padre “quiero que se haga tu voluntad, no la mía”. Era como si dijera: “Que ocurra lo que sea, todo mientras sea Tu voluntad.” ¿Qué hizo que Jesús respondiera así? Nuestro Señor Jesucristo, sabiendo cuán profundamente bueno, amoroso y sabio era Su Padre deseó en lo más profundo de Su ser que se hiciera la voluntad del Padre y no la Suya. Por tanto, nos demuestra una verdad que perdura aún en las circunstancias más aterradoras: que el Señor es siempre digno de nuestra confianza.
Un llamado de Dios a cambiar
En tiempos de dificultad, ¿caes de rodillas y buscas el rostro de Dios? Jesús nos demuestra que si buscamos un encuentro con Dios en oración, obtendremos Sus fuerzas infinitas que nos permitirán sobrepasar las circunstancias que antes considerábamos imposibles de superar. Adicionalmente, a pesar de estar “devastado al punto de la muerte” por Sus dificultades, Jesucristo no se rindió y buscó a Su Padre para poder salvarnos de nuestros pecados y del juicio eterno de Dios. Por tanto ¿buscarías Su hermosura hoy y esta semana? ¿Leerías la Biblia para poder descubrir cuán bondadoso, amoroso y sabio es Dios y así poder sufrir por la Iglesia? Así como la niña, a quien pude ver cambiar drásticamente después de haber escuchado el llanto y visto la hermosura de su bebé, espero y oro que ustedes puedan convertirse en personas diferentes también, como una persona que ha cambiado tras haber contemplado la hermosura, la bondad, y el profundo amor del Padre y de nuestro Señor Jesucristo.
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