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JESÚS QUIEN SE DESPOJÓ
A SÍ MISMO

Es necesario humillarnos ante Dios, porque Jesucristo se humilló a Sí mismo por nosotros y fue exaltado por Dios.

5 Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, 7 sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. 8 Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. — Filipenses 2:5-8 (NBLA) 

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Shinkil Seo, Ph. D.  |  17 de mayo 2022

En el año 2002, el Comité Nobel elogió a Jimmy Carter, el poderoso trigésimo noveno (39º) presidente de los Estados Unidos, por su «esfuerzo en encontrar soluciones pacíficas a conflictos internacionales, por impulsar la democracia y los derechos humanos y por promover el desarrollo económico y social».[1] En reconocimiento a este trabajo, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz.

A quién exalta Dios
Así como el Comité elogia y premia a ciertas personas, Dios también exalta y galardona a cierto tipo de personas, aquellos quienes se humillan para hacer Su voluntad. Jesús es el mejor ejemplo debido a que Dios lo exaltó al lugar más alto y glorioso y lo sentó a Su diestra por la manera en que se humilló. Por ejemplo, en el versículo seis y siete del texto dice «el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres». Vemos aquí que Jesús estaba en Su estado preexistente, en forma de Dios. Otros pasajes también dicen que «Jesús es Rey de reyes, y Señor de señores» (1 Timoteo 6:15), «el verdadero Dios, y la vida eterna» (1 Juan 5:20). No obstante, aunque era Dios todopoderoso y Rey de reyes, Jesús voluntariamente abandonó el poder del trono de la gloria celestial. 


El pasaje también dice que «se despojó a Sí mismo», es decir, se rebajó. Al llegar al mundo tomó forma de siervo y esclavo; como alguien que podía ser maltratado y privado de Su libertad. Aun así, el Señor Jesús obedeció a Dios con un corazón gozoso aún y hasta en Su vil y voluntaria «muerte de cruz» (Filipenses 2:8). Por tanto, Jesús, aunque no conoció ningún pecado, fue humilde, al negarse absolutamente a Sí mismo para venir y morir en el mundo pecador.


Debido a que Jesús, humildemente y temiendo a Dios, lo obedeció, ahora es posible que podamos convertirnos en hijos e hijas de Dios y sentarnos en la casa de Dios. Cada uno de nosotros es un deudor de la sangre preciosa de Jesús. Cada uno debidamente necesita pagar esta deuda salvadora con alegría como un deudor espiritual. Si seguimos humildemente el camino de Jesús, seguramente Dios nos reconocerá y nos exaltará también a lugares en el Reino de Dios, así como Dios exaltó a Jesús a Su diestra. Por otro lado, recordemos que los que no se «despojan» a sí mismos no tienen lugar en el Reino de Dios. Satanás, por ejemplo, cayó del cielo como un rayo (Lucas 10:18) al ser expulsado del cielo para habitar en el infierno por la eternidad. No olvidemos esta firme verdad. Amén. 

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[1] Traducción personal basada en The Nobel Peace Prize 2002 - NobelPrize.Org,” accessed April 28, 2022, https://www.nobelprize.org/prizes/peace/2002/summary/.

Copyright © 2022 por Shinkil Seo

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