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“¿QUÉ ME FALTA TODAVÍA?”

Los ídolos de nuestro corazón nos impiden ver nuestra verdadera condición espiritual, aceptar las palabras de Jesús y seguir Su camino.

16 Y he aquí se le acercó uno y dijo: Maestro, ¿qué bien haré para obtener la vida eterna? 17 Y Él le dijo: ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Solo Uno es bueno; pero si deseas entrar en la vida, guarda los mandamientos. 18 Él le dijo*: ¿Cuáles? Y Jesús respondió: No matarás; no cometerás adulterio; no hurtarás; no darás falso testimonio; 19 honra a tu padre y a tu madre; y amarás a tu prójimo como a ti mismo. 20 El joven le dijo*: Todo esto lo he guardado; ¿qué me falta todavía? 21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que posees y da a los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme. 22 Pero al oír el joven estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes. 23 Y Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo que es difícil que un rico entre en el reino de los cielos.
24 Y otra vez os digo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios. 
— Mateo 19:16-24 (LBLA)

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Shinkil Seo, Ph. D.  |  1 de noviembre 2022

Algunos pacientes con Alzheimer, una enfermedad progresiva que causa pérdida de memoria, desafortunadamente sufren de algo conocido como anosognosia. Esta es una condición en la que las personas no son conscientes de su propia enfermedad. Por tanto, los cuidadores de estos pacientes sufren en gran manera pues los pacientes, convencidos de que son saludables, no logran esforzarse para mejorar su condición de deterioro.


En Mateo 19:16-24, aparece un joven que desconoce por completo su estado espiritual. Después de preguntarle a Jesús sobre el camino a la vida eterna, Jesús le responde que guardara los mandamientos de Dios. Consiguientemente, el joven le responde: «Todo esto lo he guardado; ¿qué me falta todavía?» y Jesús le dice: «Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que posees y da a los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme». Sin embargo, al oír esto, el joven se va triste. En esta historia vemos entonces cómo la idolatría afecta a las personas de tres maneras diferentes.

La idolatría nos hace ciegos a nuestra propia condición espiritual
En primer lugar, la idolatría enceguece a las personas de su propia condición espiritual. A pesar de que el joven pensaba que había guardado los mandamientos de Dios, no lograba ver que había estado fallando en guardar el mandamiento más importante de Dios: el de amar a su prójimo como a sí mismo y cuidar a sus vecinos en necesidad. Por tanto, el joven dice con confianza que había guardado todos los mandamientos desde muy joven y le dice a Jesús, «¿qué me falta todavía?». En cierta manera, sufría de anosognosia pues desconocía por completo su estado espiritual y de cómo el dueño de su corazón eran las riquezas, no Dios.

La idolatría nos impide que aceptemos las palabras de Jesús
En segundo lugar, la idolatría impide que las personas acepten las palabras de Jesús. Era tan desafortunada la condición del joven rico, quien tenía como dueño a las riquezas en su corazón, que cuando Jesús le dijo: «sígueme» y «tendrás tesoro en los cielos», el hombre no le creyó. Es decir, a pesar de que Jesús le estaba ayudando a ver el obstáculo que tenía para obtener la vida eterna al decir «vende lo que posees y da a los pobres», el joven ignoró por completo Sus palabras de advertencia. Y tras oírlo, el joven «se fue triste», en lugar de con esperanza y alegría, «porque era dueño de muchos bienes».

La idolatría nos impide que sigamos el camino de Jesús
Finalmente, la idolatría impide que las personas sigan el camino de Jesús. El joven rico, por ejemplo, no puso en práctica lo que Jesús le había dicho. Cuando llegó el momento en que tenía que elegir entre el Salvador Jesús y sus grandes riquezas, este joven rico escogió sus riquezas en lugar de a Jesús. Por tanto, en lugar de seguir el camino de la vida eterna, decidió seguir el camino de la miseria eterna y la perdición de su alma. Se convirtió, por tanto, en un hombre desafortunado que perdió su oportunidad de salvación y de vida eterna.

Aplicación
Así como este joven rico necesitaba hacerlo, cada uno debe averiguar cuál es el ídolo de su corazón y la manera en que le estamos fallando a nuestro Señor Jesucristo. Quizás, algunos tengan el ídolo de un amante, es decir, alguien a quien aman mucho más que a Jesús. Tal vez para otros, puede que el ídolo es su propia autoestima, el materialismo, el temor a lo que piensan otros, la prioridad académica o un familiar a quien valoras más que a Jesús. Satanás quiere que permanezcas ciego/a y preguntes ingenuamente «¿qué me falta todavía?» y como el hombre, puede que el ídolo sea lo que te está impidiendo obtener la vida eterna que ofrece Jesús.
Por tanto, examínate y llora por el estado de tu alma. Confiesa tus pecados en oración para que Dios te pueda ayudar a darte cuenta del ídolo que tienes y de cómo le estás fallando a Jesús. Esa es la forma de salvar tu alma y obtener la vida eterna. No seas como el joven rico, quien decidió vivir ciego a su condición espiritual, rechazando las palabras de Jesús y apartándose del camino de Jesús. No seas como el que eligió el camino de la perdición, es decir, el infierno. Líbrate de la anosognosia espiritual y de la trampa de Satanás y así se abrirá el camino de bendición al reino de Dios que Jesús tiene preparado para ti.

Copyright © 2022 por Shinkil Seo

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