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UN SOLO ESPECTADOR

La mayor audiencia del mundo no se compara con la sola audiencia del Padre eterno que ha preparado tu «tiempo» de gloria.

3 Por eso los hermanos de Jesús le dijeron: «Sal de aquí, y vete a Judea para que también Tus discípulos vean las obras que Tú haces. 4 Porque nadie hace nada en secreto cuando procura ser conocido en público. Si haces estas cosas, muéstrate al mundo». 5 Porque ni aun Sus hermanos creían en Él.

6 Entonces Jesús les dijo: «Mi tiempo aún no ha llegado, pero el tiempo de ustedes es siempre oportuno. 7 El mundo no puede odiarlos a ustedes, pero me odia a Mí, porque Yo doy testimonio de él, que sus acciones son malas. — Juan 7:3-7 (NBLA) 

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Samuel E. Seo, Th. M.  |  16 de noviembre 2021

Con su disfraz de soldado, un niño de nueve años se preparó para salir a actuar en su escena. Sólo era un personaje secundario de la obra de teatro escolar en la que participaba su clase, pero estaba nervioso. Aun así, decidió dar lo mejor de sí mismo.  

Cuando el profesor dio la señal a su grupo, salió corriendo y se posicionó en su sitio asignado. No tenía ninguna línea en el guion; sólo tenía una responsabilidad: quedarse quieto hasta que la escena terminara. Se quedó ahí, orgulloso, como si fuera el último soldado del mundo. Pero pronto empezó a darse cuenta de lo que le preocupaba. El público no lo estaba mirando; toda la atención estaba dirigida hacia el protagonista de la obra. Con un suspiro, inclinó su cabeza en decepción. Pero justo antes de apartar su vista del público, notó que alguien le miraba. Era su madre. Con una sonrisa de satisfacción, toda su atención estaba puesta sólo en su hijo. Había estado esperando esta escena. Para ella, este era el clímax de la obra. Ni una sola vez en toda la escena miró a otra parte. Su expresión le decía a su niño: «Estoy muy orgullosa de ti». La atención de su mamá hizo que se sintiera como un protagonista. El chico enderezó su espalda y levantó la cabeza. Aunque no tenía líneas y no iba a llamar la atención de nadie más en el público, igual decidió ser el mejor soldado que podía ser todo y sólo por el bien de su madre. 

 

¿La atención de quién?  

Vivimos en una cultura que busca atraer la atención del mayor número de personas posible. Por ejemplo, la industria del marketing es un negocio de 1,7 billones de dólares. Otro ejemplo es YouTube. Una vez que un canal acumula un millón de suscriptores, se le otorga el premio de oro al creador. A partir de los diez millones de suscriptores, se le otorga el premio de diamante al creador.  

Ahora bien, aunque los cristianos están llamados a hacer brillar la luz de Cristo al mundo, nuestro Espectador principal es Dios. En Juan 7:3-7, los hermanos de Jesús le dijeron que saliera una vez más para hacerse popular. Sin embargo, Jesús les dice: «Mi tiempo aún no ha llegado, pero el tiempo de ustedes es siempre oportuno. El mundo no puede odiarlos a ustedes, pero me odia a Mí, porque Yo doy testimonio de él, que sus acciones son malas». Para Jesús, Su tiempo de ser reconocido y glorificado, cual era Su crucifixión y resurrección, aún no había llegado, porque en última instancia estaba viviendo ante un solo Espectador, Su Padre, que había planeado Su gloria cósmica y eterna antes de la creación. 

 

De pronto sientes como si Dios no te ama o no te presta atención. De pronto sientes como si Dios no tuviera un plan para tu vida. De pronto estás pensando que la atención y la aprobación del mundo es superior a la de Dios. Pero ¿sabías que, en este momento, Dios te está observando con una atención completa que es superior a la de la madre que le dio a su hijo soldado? ¿Sabías que la atención que Dios tiene por nosotros es tan profunda que envió al protagonista, Jesucristo, a dar Su vida por aquellos con papeles menores como tú y yo?  

Por muy atractiva que sea una mayor audiencia del mundo, nunca se comparará con la sola audiencia del Padre eterno que ha preparado el «tiempo» de tu reconocimiento y gloria cósmica digna de Aquel que creó este universo. Lo que Dios nos pide es someternos pacientemente a Su «tiempo» porque el «mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre». Endereza tu espalda y levanta tu cabeza porque Dios te observa y te anima como tu apoyo superior. Amén.  

Copyright © 2021 por Samuel E. Seo. 

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